jueves, 14 de julio de 2011

La jaula de las pesadillas

Existen muchas cosas que nos dan miedo, cosas que nos hacen poner alerta todos los sentidos y que, al menor signo de alarma, nos provocan ganas de huir. A veces puede ser un ruido en medio de la noche, caminando a solas por la calle sin luz; a veces es la imagen de una figura extraña o una visión aberrante; incluso la simple intuición de que "hay algo allí" que nos acecha...

De esas cosas podemos huir, podemos escapar del terror al darnos cuenta que el ruido tenebroso lo provoca la hamaca colgada, que las sombras deformes en la noche se vuelven ramas y trapos en la luz, o que las intuiciones y corazonadas son en realidad producto del cansancio. Sin embargo hay algo a lo que no podemos simplemente encenderle la luz o cerrar los ojos para desvanecerlo: nuestra propia mente.

¿Qué pasa cuando mediante la imaginación construimos nuestra propia jaula de locura? ¿Qué hacemos cuando nosotros mismos nos arrojamos al pozo de las quimeras y las pesadillas? ¿Cómo escapar del terror que uno mismo busca al oír un programa de radio o leer un libro? Esa es la más pura fuente del horror. Y nos encanta.

Les rogamos que disfruten de esta selección de historias para helar la sangre, cortesía de los asistentes al Taller Literario del plantel. Esperamos que pasen muy largas y sobresaltadas noches...



Melba Vázquez Herrera
La inesperada muerte del sr. Ramírez
Una mañana soleada el señor Ramírez salió, como era su costumbre en días como este, a vender globos. Entusiasmado por el buen clima que se presentaba, decidió ir al parque que se encontraba a dos calles de su casa.
Al llegar al parque se percató de que había muchas familias conviviendo y disfrutando de aquel curiosamente maravilloso día. Inmediatamente se acercó a los sectores del parque donde habían niños, para poder anunciar y vender su producto.
Después de un buen rato, el señor Ramírez había vendido la mitad de los globos que llevaba con él. Al poco rato sintió un poco de hambre y se fue a comprar una torta y un refresco, mismos que acompañó con un ratito de descanso a la sombra de los árboles del parque.
El señor Ramírez, confiado en la seguridad que había en el parque, ató sus globos a una rama del árbol que había elegido para descansar, e inmediatamente se quedó dormido.
El delicioso aroma de su torta atrajo a una jauría de perros hambrientos y de mal aspecto hacia el lugar donde se hallaba el señor Ramírez.
Aquellos animales salvajes no dejaron nada más que algunos huesos, partes de ropa, órganos vitales y trozos de carne humana sumergidos en un charco de sangre, misma que, por la ferocidad del ataque, había salpicado los globos que el pobre, despedazado y ya muerto señor Ramírez, pretendía vender en ese tan hermoso día.

Isabel Manrique Pool


No abras la puerta
Muchas personas piensan que esto que voy a relatar es una simple leyenda, un cuento, pero yo lo único que puedo hacer es contárselos, a partir de ahí va por su cuenta:
Hace dos años estaban en su casa, tan tranquilos, María -una señora de cuarenta años que se había divorciado recientemente- con su hijo pequeño de tan sólo ocho años. Como era costumbre, María se tenía que ir todas las noches a trabajar, ya que era una mujer con muchas responsabilidades; pero aquel día sería muy distinto a los demás, pues cuando se encontraban cenando vieron por televisión una noticia que anunciaba el escape de un asesino en serie muy peligroso y agresivo del centro penitenciario de la ciudad. Lo más grave de la noticia no era que este interno hubiese escapado, sino que se le había visto a sólo unas manzanas del hogar de la familia.
Esto provocó la incertidumbre de María, que al irse a trabajar tenía que dejar a su hijo sólo en casa. María, para prevenir desgracias, cerró las ventanas, puertas y le explicó lo siguiente a su hijo: “No abras ninguna ventana, ni las puertas, aunque llevo las llaves, por si ocurre algo, yo llamaré tres veces al timbre o simplemente me reconocerás por la voz; entonces sabrás que soy yo”.
Llegado el momento María se fue a trabajar y dejó a su hijo sólo, este, lleno de miedo, cerró la puerta a cal y canto y se puso a ver la tele para relajar la mente. Al cabo de un rato el chico ya estaba dormido, cuando de pronto llaman a la puerta: PON… PON… El chico se despertó y, aterrado, se dirigió hacia la puerta y dijo: ¿eres tú mamá? La respuesta vino con otra serie de golpes acompañados de un susurro escalofriante que decía “Ábreme la puerta”. El niño atemorizado fue a su habitación, donde se pasó la noche llorando y esperando a que llegase su madre, hasta tal punto que se quedó dormido.
Al día siguiente, cuando se levantó, se dio cuenta de que su madre no había vuelto; y aún con miedo se dirigió a la puerta que conducía a la salida de la casa, donde se encontró a su madre con las piernas cortadas (por lo que no pudo llegar al timbre), la legua cortada (por lo que no le pudo reconocer la voz), y totalmente ensangrentada. Desde ese día ese chico quedó hospitalizado en un psiquiátrico, y nunca volvió dormir sin sufrir constantes pesadillas… Y si te preguntas por qué sé, es porque, simplemente, soy ese niño…

Eb Perera


Cuento
En aquella clase todos relatamos cuentos de terror, o mejor dicho historias con las que hemos crecido; el que yo conté se trataba de lo que le ocurrió al amigo de mi hermano.
El debido a su trabajo debía viajar por carretera, entonces una de esas noches en las que el viajaba él ‘atropello’ a una niña, entonces se asusto mucho porque la niña apareció de la nada & porque además no conocía a nadie que lo pudiera ayudar por ahí, lo que el hizo fue bajarse del carro para ayudar a la niña que pudo haber quedado muy lastimada, & para su gran sorpresa cuando el miro al frente del carro… no había nadie. Él pues por lógica se asusto mucho & lo que hizo fue subirse al carro & se bajo en la tienda que se encontrara mas cercana, la persona que atendía se percato de que estaba muy asustado y le pregunto que le sucedía, entonces él le conto & la señora le conto que esa no era la primera vez que se lo contaban, & que se debía a que a una niña la habían atropellado ahí & por desgracia murió, entonces su alma aun se encuentra ahí & de vez en cuando le hace esto a las personas que van viajando en carretera.

Zuleyma Jiménez Chaví


Llegó el circo

Hace mucho tiempo la feria llegó al pueblo, todos queríamos ir
Porque nunca habíamos visto, una feria. Junto con ellos llego el circo algo bastante raro.
Yo tenía 15 años y lo recuerdo como si hubiera sido ayer. Lleno de gente extraña.
Tuve un mal presentimiento, el día de la inauguración tomo un ambiente frio y gris. Al segundo día varios niños habían desaparecido conforme pasaron las funciones. Lo cual me llevo a investigar.
Asistí a la función del día siguiente, al entrar los payasos tenían un aspecto maligno. Me asuste tanto que comencé a correr alrededor de la carpa y sin darme cuenta, tropecé y caí a una fosa ¡ahí estaban los niños! Todos descuartizados y sin ojos, fue tanto el horror que sentí en ese momento que comencé a gritar lo mas que pude….hasta que una señora me escucho y pudo ayudarme y me llevo a mi casa. Al contarle todo a mi padre, de acuerdo con los hombres del pueblo decidieron sacar a los del circo, en el momento en que ellos llegaron vieron como los payasos comían a unos niños que habían atrapado, todos los señores del pueblo pidieron matar a los payasos y a todos los de la feria.
Desde que recuerdo nunca más el circo regreso a este pueblo.
Los únicos que si regresan son los payasos ¡cada noche en mis sueños!

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